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Parte ochenta y cuatro

Seis meses después

Me miré en el espejo y sonreí. Mi corazón comenzó a latir un poco más rápido al decidir que el esmoquin era perfecto. ¡Hoy era el día! Un día lleno de amor y risas, amigos, familia y la promesa de un para siempre. No tenía mi discurso escrito, pero decidí improvisar, desde el cor...