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Parte sesenta y ocho

Malachi y yo nos detuvimos frente a la guarida. Había despertado a Malachi después de la llamada telefónica de James. Entramos en la guarida y bajamos al sótano. James solo había dicho que necesitaba ayuda en la guarida y que era urgente.

—¡Maldita sea! —dijo Malachi al entrar en el área acordonada...