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Décima parte

—¡Adara! —Levantó la cabeza bruscamente al escuchar una voz extranjera llamándola por su nombre.

—¿Sí, señorita Jackson? —Todos en la clase se reían de ella. Se había quedado dormida en su escritorio. Otra vez. Sonó la campana, y la señorita Jackson le dijo que permaneciera sentada mientras los dem...