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Parte cien

La casa estaba inquietantemente silenciosa y oscura. Me senté en la barra y supe que en cualquier otro día, Karani estaría frente a la estufa. Tendría algo horneándose en el horno, tocino friéndose en una sartén, la cafetera llenando la cocina con su aroma. Ella estaría sonriendo, y yo la besaría en...