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CAPÍTULO 84

Salimos de la guarida omega, Hunter, Cierce y yo. La tensión flotaba en el aire mientras nos acercábamos a la entrada, y nuestros ojos se encontraron con Garm, herido y visiblemente afectado. La expresión severa de Cierce revelaba la urgencia de la situación.

—¿Qué pasó, Garm? —inquirió Cierce, exa...