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Yara, cubierto de sudor, apareció en la puerta de la sala. De repente se apresuró, llegó a la cama y miró a su madre inconsciente.

En la cama del hospital, el rostro de la señora Smith estaba muy pálido, sin rastro de sangre. Yara se agachó lentamente y sostuvo su mano, que estaba en infusión. Su m...