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—¿Eres la señorita Nangong, verdad? —La voz de Natasha era suave.

Nan Gong sonrió y finalmente miró a esta mujer extraña. Porque la voz de Natasha era muy agradable y hablaba con una sonrisa, incluso si no usaba palabras respetuosas, aún hacía que la gente sintiera que era muy educada.

En cuanto a...