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Capítulo ochenta y tres

Entrando apresuradamente por la puerta del refugio, Bram jadeaba. La habitación, salvo por donde yacía un Gavin aún pálido e inmóvil, estaba vacía. Abrió la puerta donde estaban los alimentadores, y estos se alejaron de él, acurrucándose juntos en una esquina. Todavía eran solo los cuatro. Bram cerr...