Read with BonusRead with Bonus

Capítulo treinta y ocho

Bram tenía razón. Izabella se había aferrado a él toda la noche, presionando su cuerpo contra el suyo. Frotando su rostro contra su cuello y pecho. En un momento, ella se montó en su pierna, medio acostada sobre él. Lo peor fue cuando él se quedó dormido y se despertó con su espalda presionada contr...