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Ciento veinticinco

Al darse la vuelta, Bram encontró su rostro enterrado en el pecho de Izabella. Sonriendo para sí mismo, la acercó más, de modo que todo su cuerpo quedó presionado contra el suyo.

—Mmm —gimió suavemente ella.

Bram suspiró, acurrucándose más cerca. Era una gran distracción tenerla tan firmemente con...