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El borracho Joey y la sobria Amber

Tres horas después, los golpes en la puerta principal de Marland hicieron que Daisy y los cachorros se alteraran. Marland movió suavemente mis piernas de su regazo. Se levantó, frunciendo el ceño al mirar a John.

—¿Esperas a alguien? —preguntó.

—No. ¿Y tú?

—No. ¿Maddie?

—No —dije.

Rápidamente f...