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Capítulo 66 Edward Marino

—¡Dios santo! —respiro, mirando al hombre que podría ser modelo en cualquier pasarela de... bueno, en cualquier lugar. Mis ojos recorren sus anchos hombros, su rostro cincelado, su largo cabello peinado hacia atrás detrás de sus orejas.

Dios, demonios, podría estar en la portada de una maldita nove...