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Muñeca preciosa y codiciosa

MICKEY

—¿No haga qué, muñeca? —le pregunto, sabiendo que necesito escucharla decirlo, aunque ya sé lo que es.

Ella es casi demasiado hermosa, sentada allí envuelta en mi abrigo de mil doscientos dólares como si no fuera más que una toalla. La mirada en sus ojos me atraviesa y ya sé que he perd...