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Cara de póker

—Ya veo —digo con calma, guardando esa información para cuando vuelva a entrar a la casa. Ahora mismo, el corazón engañoso de Alex no es lo que me preocupa. No es la razón del temblor repentino en mis huesos. No es lo que ha puesto este nuevo dolor en mi pecho. Un dolor que me persiguió por dos tram...