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8.3

El problema es que una vez que empiezo, no puedo parar. Y nadie más se está riendo. Solo me miran como si intentaran averiguar dónde podrían encontrar la camisa de fuerza más cercana.

—¿Señora? —pregunta Blair—. ¿Está bien?

—¿Le pusiste algo a la muñeca inflable que le está haciendo esto? —pregunt...