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50,2

Kev

Dejé el teléfono a un lado y me recosté en la cama. Mi polla está dura como una roca, rígida como el infierno pensando en Isabel y la caja de juguetes que le envié. Puedo imaginarla ahora mismo, sus manos deslizándose por los lados de la caja, levantando la tapa y mirando dentro. Se detendría, ...