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42. Alejandro

—Oye —levanté la vista cuando escuché un golpe en la puerta de mi oficina y vi a David asomando la cabeza. Levantó una ceja y preguntó—: ¿Ya casi terminas?

—Casi. ¿Por qué? —pregunté. Él puso los ojos en blanco, entrando y cerrando la puerta detrás de él. Fue entonces cuando noté que estaba vestido...