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Capítulo 8

El tritón guía mi mano de regreso a su estómago sin miedo, su agarre firme pero no agresivo. Mi corazón late con fuerza mientras me encuentro al borde de una decisión: ¿usar el sedante o no? El potencial científico de esta interacción es enorme. ¿Qué podría aprender si lo dejo continuar? ¿Está tratando de comunicarse? ¿Simplemente disfruta del contacto? La curiosidad gana, y bajo la jeringa.

Comienzo a explorar su cuerpo con mis manos, catalogando mentalmente cada aspecto de su fisiología. Su piel es sorprendentemente cálida y suave, pasando sin problemas de una carne similar a la humana a las duras y iridiscentes escamas que cubren su mitad inferior. Trazo los contornos de su pecho, notando los poderosos músculos que se ondulan bajo mi toque, muy parecidos a los de un nadador.

Sus branquias, casi invisibles contra los lados de su cuello, me fascinan. Se abren ligeramente mientras respira, y siento el leve pulso del agua moviéndose a través de ellas. Es una adaptación increíble, y no puedo evitar maravillarme ante el viaje evolutivo que produjo una criatura así.

Muevo mis manos más abajo, sintiendo las crestas y valles de sus músculos abdominales. Están bien definidos, un testimonio de su fuerza y agilidad. Bajo mis dedos, los músculos de su estómago se tensan y relajan, reaccionando a mi toque. Su piel se transforma en escamas justo debajo de su ombligo, cambiando de textura de suave a áspera. Las escamas son de un azul profundo y brillante con toques de verde y dorado, cada una perfectamente alineada y superpuesta como una armadura.

Mi mente se llena de preguntas. ¿Cuánto de él es mamífero versus acuático? Su fisiología parece cerrar la brecha entre la tierra y el mar de una manera que desafía la comprensión convencional. Su latido es fuerte y constante bajo mi palma, y puedo sentir el calor que irradia desde su núcleo.

Mientras continúo mi exploración, noto los sutiles movimientos de su cuerpo. Su cola, larga y poderosa, yace enrollada debajo de él, la aleta moviéndose suavemente con las corrientes en el tanque. Las escamas aquí son más grandes y pronunciadas, sus bordes afilados y resistentes. Paso mi mano a lo largo de su cola, sintiendo la fuerza y flexibilidad que lo hacen un nadador tan formidable.

Él me observa de cerca, sus ojos oscuros siguiendo cada uno de mis movimientos. Hay una profundidad en su mirada, una inteligencia que sugiere que entiende más de lo que le doy crédito. ¿Es esta su manera de cerrar la brecha entre nuestros mundos?

Regreso a su parte superior del cuerpo, mis dedos trazando el contorno de su clavícula y hombros. Sus músculos están tensos, pero hay una suavidad en su expresión que sugiere que está a gusto con mi toque. Es un delicado equilibrio entre fuerza y vulnerabilidad, y me siento atraída por la complejidad de su naturaleza.

Mientras estudio su rostro, me sorprende la simetría de sus rasgos. Su mandíbula es fuerte, sus pómulos altos y sus labios llenos y expresivos. Hay una rudeza atractiva en él, un atractivo casi primitivo que es imposible de ignorar. Su cabello, oscuro y espeso, enmarca su rostro, añadiendo al aura salvaje e indomable que lo rodea.

Mi mano se mueve hacia su cuello, sintiendo los tendones fuertes y la piel suave debajo. Las branquias pulsan suavemente, y me pregunto cómo funcionan tan perfectamente con sus otros sistemas respiratorios. La integración de tales rasgos fisiológicos diversos es una maravilla de la evolución, y estoy ansiosa por aprender más.

Continúo mi exploración, mis manos moviéndose con una curiosidad gentil. Cada detalle es una pieza de un rompecabezas más grande, una mirada a la biología extraordinaria de esta criatura. Las implicaciones científicas son asombrosas, y siento un renovado sentido de propósito. Esto es más que un encuentro; es una oportunidad para expandir nuestra comprensión de la vida misma.

Mientras lo estudio, él se mueve ligeramente, sus ojos nunca dejando los míos. Se está formando una conexión, un entendimiento silencioso que trasciende el lenguaje. Él es más que un sujeto de estudio; es un ser sensible con sus propios pensamientos y emociones.

Respiro hondo, mi mente zumbando con posibilidades. Este es un punto de inflexión, un momento que podría redefinir nuestra comprensión del mundo natural. Estoy lista para aceptar el desafío, para profundizar en el misterio de su existencia.

El retumbar que emana del tritón se vuelve tan fuerte que siento como si estuviera vibrando de adentro hacia afuera. ¿Esto... lo está excitando?

No bien empiezo a preguntarme si he ido demasiado lejos, un parche de escamas en el centro de sus caderas se abre, revelándome su pene. No puedo evitar mirar, tanto por sorpresa como por pura fascinación por su apariencia, verdaderamente diferente a cualquier otra que haya visto.

Su pene es elegante y grueso, y a diferencia del resto de su cuerpo que brilla con un ligero resplandor iridiscente, su pene es negro mate, más oscuro cerca de la base y desvaneciéndose a un tono más claro de rojo hacia la punta para coincidir con sus escamas. Es más largo y más afilado que el de un humano, con una forma suave y casi aerodinámica que sugiere una adaptación para la vida acuática.

Inclino la cabeza, y el sutil movimiento revela otro secreto inesperado: patrones tenues e intrincados a lo largo de su longitud que recuerdan las delicadas marcas en sus escamas, cada una ligeramente elevada como una vena.

La base de su erección está rodeada por un pequeño grupo de escamas más finas y suaves que proporcionan una transición suave desde las escamas más duras de su abdomen inferior. La textura es suave y firme, y mis dedos ansían explorar aún más.

Detente, me reprendo. Estás yendo demasiado lejos.

Pero siento que no estoy yendo lo suficientemente lejos. Esta es una oportunidad única en la vida, una que podría no volver a presentarse, para descubrir las profundidades ocultas de la fisiología de esta criatura.

Investigación. Fría, clínica y concisa.

En lo que a mí respecta, tengo un deber científico de aprender tanto como pueda de mi sujeto, y hay formas mucho peores de recolectar una muestra de esperma. Más allá de eso, por la mirada ansiosa en sus ojos y su agarre insistente en mi muñeca, tengo su consentimiento para seguir adelante... para darle lo que quiere.

Trago saliva, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Por la ciencia, me digo a mí misma, tratando de evitar que mis manos tiemblen.

Extiendo la mano y agarro el pene del tritón con mi mano...

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