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Capítulo 37

A U R O R A

Aparqué el coche frente a la casa, que definitivamente necesitaba un jardinero. Era uno de esos lugares en el campo con barrios tranquilos y pacíficos donde la mayoría de la gente jubilada decidía asentarse. Cada casa estaba impecable, excepto por la que me dirigía.

Saqué mi teléfon...