Read with BonusRead with Bonus

No estoy de buen humor

El corazón de Amy latía tan fuerte que casi se ahogaba. —¡Dios mío! ¡Eres un secuestrador!— Amy sabía que tenía que hacer algo. Cuando intentó saltar sobre la mano del hombre para que perdiera el control del volante, el hombre simplemente quitó la mano de la palanca de cambios, tomó una pequeña bote...