Read with BonusRead with Bonus

Su padre

Broderick se volvió hacia ella y la observó mientras ella se aferraba a su pantalón.

—Déjame ir.

—No, me estás torturando. Por favor, mis hijos son mi razón de vivir —suplicó con lágrimas corriendo por sus mejillas.

—No —declaró él—. Mi reputación importa mucho y no bromeo con eso. Aunque no te h...