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22. La chica no está a la venta.

Otro golpe resonó, haciendo que Héctor gruñera molesto.

Héctor suspiró y la bajó a regañadientes.

Rani permaneció pegada a la pared, toda acalorada y molesta gracias a Héctor.

Nunca había tenido a un chico que la levantara o le apretara el trasero así, y extrañamente, le gustó.

—Quienquiera que ...