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Una vez que Hania terminó su almuerzo, David finalmente dejó la tableta.

Luego, sacó un pañuelo y le limpió la boca.

Hania siempre comía sin elegancia ni modales. Aun así, David la consentía y mimaba como si fuera una niña.

—¿Qué estabas haciendo justo ahora? ¿Tienes trabajo hoy? ¿Es urgente? —pr...