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—Está bien, Hania... No llores...

Hania luchaba y golpeaba con fuerza el vientre del pato, pero este no la soltaba.

Aunque lloraba a gritos, no parecía tener tanto miedo y resistencia como antes.

En realidad, David sabía que disfrazarse de mascota de pato podía calmar a la descontrolada Hania.

D...