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Con frialdad, David ordenó a los guardaespaldas detrás de él:

—Desháganse de ellos.

No importaba quién le hubiera dado esas fresas a Hania, él asumía que todos tenían pensamientos inapropiados sobre ella.

¿Cómo no iba a conocer la personalidad de Hania?

Mientras hubiera comida, ella sería fácilm...