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Entonces, David incluso le mostró su sonrisa más encantadora, hipnotizándola y haciéndola incapaz de pensar con claridad.

Con el dedo índice curvado, la llamó mientras decía:

—Ven aquí, mi niña...

Esto hizo que Hania mordiera su labio inferior sin poder controlarse y sintiera un impulso de escond...