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Viendo lo feliz que estaba Hania, David le dio una sonrisa suave y afectuosa.

Por otro lado, Hania no podía esperar más y dijo apresuradamente:

—Deberías ir a trabajar ahora. Puedo manejar esto yo sola.

Al escuchar esto, David le rascó la nariz con un dedo.

—¿Por qué siento que me estás echando ...