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Al ver eso, David corrió inmediatamente hacia ella y la sacó de la bañera fría.

Tan pronto como la tocó, pudo sentir el frío en su piel.

—Hania, despierta... despierta. ¡Te... te ordeno que abras los ojos! —rugió David con locura. No se dio cuenta de que había un toque de ansiedad en su voz... nun...