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—¿Estás bien, Hania? —Aún sosteniéndola en sus brazos, Julián se dio cuenta por primera vez de lo suave y fragante que era su cuerpo. Era como si estuviera sosteniendo a un pequeño conejo y, instintivamente, se volvió cuidadoso con ella.

Para los demás, definitivamente pensarían que Julián y Hania ...