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48. «Di que eres mía».

Mi respiración es errática, mis ojos fijos en mi reflejo en el espejo. Felix está allí, con una sonrisa lenta y maliciosa. Mis labios se abren, pero no salen palabras.

Felix aprieta su agarre alrededor de mi cintura, su cuerpo caliente y sólido presionado contra el mío. Su pulgar se desliza sobre m...