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28. Tres días de nada

Bianca

—Incluso después de eso, no pude levantarme.

Los dedos de Avery masajeaban mi cuero cabelludo mientras yo descansaba sobre su pecho. Pacientemente esperaba a que continuara. Respiré hondo, inhalando su aroma natural. Era un buen recordatorio de que, a pesar de los malos recuerdos que es...