Read with BonusRead with Bonus

8.

Más tarde ese día, Angelo se sentó en su oficina en casa pensando en ese casi beso con su compañera. No vio a Elise, la vio a ella, vio a Amelia. Su aroma era embriagador, la sensación de su suave piel pálida, esos labios rosados y carnosos eran como un faro que lo arrastraba hacia ella. En ese mome...