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58. Lukas

Fruncí el ceño, mirando la entrada del césped. No había movimiento en ninguna parte. El silencio que rodeaba el jardín era abrumador. ¿Dónde está Talia? pensé para mí mismo. Debería estar aquí ya. ¿Acaso leyó mi nota? ¿Y si no la recibió? Era imposible no verla, pero existía la posibilidad.

Mi estó...