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29. LARA: UN ATAQUE INESPERADO

Silas saltó de repente con un gruñido. Tropecé cuando me levantó de un tirón un segundo después. El vello de mi nuca se erizó al llenarme de miedo. Miré por encima del hombro y al instante deseé no haberlo hecho. Dos lobos grandes se acercaban lentamente a nosotros. La saliva goteaba de sus bocas al...