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XXIV. Contratos incumplidos

Elva se dirigió de vuelta a su habitación. Su corazón latía con tanta fuerza que le dolía el pecho y sus dedos jugaban con el collar que colgaba de su cuello.

Su mente daba vueltas y aún luchaba por calmarse después de ese beso. Su piel se erizó mientras exhalaba, recordando su mirada oscura y su s...