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XXII. Amanecer

Elva se despertó sobresaltada y de inmediato hizo una mueca por el dolor de cabeza que le latía.

Había llorado demasiado la noche anterior. Con un gemido que salía de sus labios secos, se levantó de la cama y puso los pies en el suelo frío.

Todavía estaba oscuro afuera, pero podía ver el pequeño r...