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XVIII. El amargo sabor del deber

Eksel miró hacia el amanecer, apretando la mandíbula cuando escuchó los pasos de Sten acercándose.

Bajó la barbilla, levantando los ojos hacia su amigo. Sten miró la tienda por un momento antes de decidir sentarse junto a Eksel.

—Llegaremos a Gleneg antes del atardecer hoy —dijo.

Eksel asintió, v...