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XI. El cruel juego del destino

Eksel realmente solo salió porque necesitaba respirar aire fresco.

Se estaba asfixiando allí dentro, intoxicado por su aroma. ¿La forma en que ella lo miraba con esos grandes ojos avellana? No podía soportarlo más.

Se dio una palmada en la frente mientras caminaba de un lado a otro frente a la tie...