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La revelación

Semanas habían pasado y aunque me sentía mucho mejor ahora, el dolor persistía para recordarme la brutalidad de Lucas. Como si eso no fuera suficiente, él seguía asegurándose de tener sexo conmigo todos los días.

En cierto modo, me alegraba que me rechazara. Me alegraba que todo lo que sintiera fuera dolor una y otra vez sin una sola pizca de placer.

Lo odiaba tanto. Era mi propio infierno personal en la tierra.

Pensé en Mia y en cómo la había evitado activamente desde el incidente. O tal vez, era ella quien me estaba evitando a mí.

Finalmente estaba lista para confrontarla. Quería respuestas y no encontraría paz hasta obtenerlas.

Así que, en ese momento, la estaba buscando. Revisé el campo pero no estaba allí y rodeé las paredes del palacio en su búsqueda.

Unos mechones rubios familiares aparecieron en mi vista y casi sonreí. Suspiré derrotada mientras mi corazón dolía.

Estaba a punto de llamarla por su nombre cuando me di cuenta de que no estaba sola y, reflexivamente, me escondí de ellos.

Me asomé para ver con quién estaba cuando me di cuenta de que la persona llevaba una capa y no podía ver su rostro. Eso era raro. Ninguna persona normal llevaba una capa en pleno día.

Logré acercarme a ellos sin que me notaran, me escondí de nuevo y escuché la conversación.

—No, no. Aún no. No podemos movernos todavía —dijo Mia, aparentemente irritada.

La persona encapuchada respondió.

—¿Por qué no? ¡Este es el momento perfecto para atacar! No nos verá venir —dijo una voz masculina.

—Tengo un plan. Un plan más grande. Finalmente lo tengo bajo mi control. Se está ablandando conmigo. Solo necesito un poco más de tiempo y atacaremos. No puedo esperar para deshacerme del estúpido bastardo. Lucas pagará por todo lo que ha hecho —dijo Mia y tuve que taparme la boca con la palma para no jadear.

¿Mia quería a Lucas muerto?

—Está bien. Te daré dos semanas más —dijo él y ella asintió y se abrazaron antes de que él desapareciera por la esquina.

Salí apresuradamente de mi escondite y corrí de vuelta al palacio.

Mia quería a Lucas muerto.

Mi mente corría con confusión.

Odiaba a Lucas por todo lo que me había hecho a mí y a mi familia y sé que esto debería ser una buena noticia para mí, pero simplemente no me sentía cómoda sabiendo que iba a morir así como así.

Lo contemplé por un rato antes de decidir contárselo.

Mi loba me advirtió que era una idea estúpida, pero la ignoré.

Me dirigí a donde sabía que él estaba y abrí la puerta sin siquiera tocar.

Mis ojos se abrieron de par en par por la sorpresa.

¿Qué demonios acabo de hacer?

Por alguna razón, olvidé por completo que había una reunión allí.

Jadeé cuando todas las miradas se volvieron hacia mí.

Mis ojos se encontraron con los de Lucas, que ardían de furia, y tragué saliva.

Bueno, ya que estaba allí, mejor terminar con esto de una vez. Todo mi cuerpo temblaba de miedo.

—Habla —dijo Lucas y tragué saliva antes de encontrar mi voz.

—Mis disculpas, Su Majestad. Tengo noticias alarmantes. Acabo de escuchar a Mia hablando con un hombre encapuchado y planeando su muerte —dije y me sorprendió el valor que emanaba de mis palabras.

Silencio.

Silencio total y absoluto.

Lucas parpadeó en blanco hacia mí y luego comenzó a reír y las otras personas allí lentamente se unieron a él. Miré a mi alrededor con confusión.

¿Qué era tan gracioso?

Entonces, se detuvo abruptamente y ellos lo siguieron.

—¡Guardias! —llamó y ellos aparecieron.

—Llévenla a la mazmorra —ordenó y mis ojos se abrieron de par en par por la sorpresa.

—N-no. Estoy diciendo la verdad —argumenté, luchando mientras me agarraban los brazos.

Lucas me miró con desprecio.

—Me ocuparé de ti más tarde —dijo y tragué saliva de miedo mientras las lágrimas corrían por mis mejillas.

Luché contra sus brazos mientras los guardias me arrastraban fuera de la habitación y hacia la mazmorra.

Horas habían pasado en la miserable mazmorra cuando recibí una visita.

Mia.

Tragué saliva y la miré con ira.

—Escuché que dijiste que quería a nuestro querido Alfa muerto —dijo y me levanté del suelo sucio.

—Sabes que es la verdad, psicópata —dije y ella rió antes de acercarse más a mí.

—Tal vez. Pero adivina qué también es verdad. Lucas no te cree y vas a morir —susurró y solté un suspiro tembloroso al darme cuenta de la situación.

—Maldita —dije y ella sonrió.

La sonrisa que antes solía ver como bonita ahora parecía vil.

—Mereces morir. Hazle un favor a todos y hazlo fácil. Puta de mierda. ¿Quién te crees que eres? —dijo y fruncí el ceño con confusión.

—¿Por qué? —finalmente hice la pregunta que me había estado molestando desde todo el incidente.

—¿Por qué lo hiciste? —pregunté de nuevo, explicando más lo que quería decir.

—Porque te odio —dijo simplemente y suspiré derrotada.

¿Eso era todo? No había razón. Simplemente me odiaba.

Tragué saliva mientras me alejaba de ella y me sentaba de nuevo en el suelo sucio, mientras mi corazón se rompía en mil pedazos.

Eventualmente se fue y unos minutos después, los guardias se acercaron a mi celda y tragué saliva de miedo.

—Levántate —ordenó uno de ellos mientras desbloqueaban la puerta.

Era el momento.

Realmente iba a morir.

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