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No, Alpha

Shane

Hace menos de una hora, llevé a Adea a mi habitación y la vi escapar a un lugar seguro. El látigo cayó sobre mi espalda. La piel se abrió, la carne gritó y la sangre se deslizó por mi espalda. El guerrero que sostenía el látigo recitaba la misma pregunta que había hecho desde que entramos en l...