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Tengo los ojos puestos en mí, princesa.

Odio.

Lo odiaba.

Eso era lo que sentía mientras él me obligaba a tragar su miembro. Korra susurraba en el fondo de mi mente, instándome a morderlo con fuerza. Por mucho que la idea me atrajera, era mi parte favorita de él, y ya le tenía cariño. «Te gusta tanto como a mí, Princesa». Sus palabras res...