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Amigos

—Adea —gruñí.

—Oh —gimió mientras seguía moviendo las caderas.

—Mierda —gemí al dejar caer mi cabeza contra la tierra—. No.

Mierda. ¿No qué? ¿No hagas eso? ¿No sigas? ¿No pares? ¿Qué estaba diciendo? ¿Qué estaba tratando de decir? Mis labios se separaron mientras observaba a la Diosa encima de mí...