Read with BonusRead with Bonus

Quemar

Adea

Escucho los nudillos de mi compañero crujir sobre la mesa frente a mí, pero no muestro señales de haberlo oído. Aun así, no reacciono, ni siquiera respiro hasta que él baja su mano de mi rostro a su costado. Se vuelve hacia la conversación en curso y yo respiro lenta y profundamente para calma...