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Mirada perversa

Yo era un fuego, y él era la yesca que avivaba y alimentaba mis llamas. No me importaba que él tuviera la intención de usarme o criarme como una perra que solo tenía un propósito. Nada importaba en este momento, nada excepto terminar con el dolor en mi ápice que solo él podía calmar.

Empujé a Saint...