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No puedes escapar de mí

—Lárgate, demonio. Ella no es tuya para jugar y no está en condiciones de lidiar con tus juegos —gruñó Saint, acomodándose a mi lado con nada más que un par de pantalones cortos sueltos—. Inhala —ordenó, sosteniendo el porro en mis labios. Me lamí los labios agrietados y cubiertos de sangre, y él su...