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CAPÍTULO 39 — REGRESO A LA MANADA

—¿Llamé yo? —me pregunté, con la voz temblorosa en el frío silencio del bosque.

—Me invocaste a través de un encantamiento, ¿por qué hiciste eso? —Había un destello en los ojos del lobo plateado, su mirada penetrante estaba fija en mí.

—La Diosa lo ordenó... —susurré, bajando los ojos ante su maje...