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CAPÍTULO 140 - EL SÚCUBO

—Desafortunadamente, tendremos que enfrentarnos a este guardián, cuyo hambre es insaciable... ¡Ella es la encarnación misma de la gula! —dijo él—. Lycan, me vendaré los ojos y cubriré mis oídos; necesito que me guíes en esta torre para no sucumbir a la lujuria.

—¿Ahora confías en mí? —respondí irón...