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54_Lidia con el diablo

Arthur asintió. —¡Sí, señor!

Saliendo disparado de su silla, Kendrick se lanzó hacia la puerta.

—¡Sus pantuflas, su Majestad!

Agarrando las pantuflas de piel del suelo, Arthur corrió tras su rey, ayudándole a ponérselas. Correr tan rápido no era fácil cuando uno tenía la complexión de un oso pard...