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34_Busted

—Maldita sea—. La tomó en sus brazos y salió corriendo del cuarto trasero. Para cuando la sentó en el sillón de Finch, su pulso latía frenéticamente en su cuello. Una mirada al bolsillo de su camisa confirmó sus temores. Había perdido su maldita gema.

—Mierda.

Levantó la cabeza, con los ojos recor...