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que comiencen los juegos

La alarma despertó a Andrea de golpe. Jadeó, la baba que colgaba de su boca se deslizó de vuelta y la ahogó. Tosió. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras lo hacía.

—¡Maldita sea!— Recuperándose, se limpió la boca. Le dolía la cabeza; tenía los ojos hinchados.

Había pasado toda la noche escribi...